Autor/a: Martes de cuento
Twitter: @MartesdeCuento
Filosofía, ciencia, religión… A lo largo de
la historia, el hombre ha probado y sigue probando muchos caminos para
comprenderse a sí mismo, a los demás y al mundo: Aunque, sin duda, ciertos interrogantes
permanecen inmutables: el sentido del universo, la caducidad de la vida, el
origen del mal, la responsabilidad, la culpa, el destino, el porqué del amor o
los celos, las enfermedades, la vida tras la muerte…
La infancia no es ajena a todas estas cuestiones, aunque en este periodo, los interrogantes adquieren la forma de la inmediatez y de la inocencia.
Sin embargo, no por ello son menos profundos y trascendentes para aquel que se los plantea: ¿Por qué el abuelo está en el hospital? ¿Papá y mamá me siguen queriendo aunque haya nacido mi hermano? ¿Está mal mentir o desobedecer? ¿Por qué no volveré a ver a la abuela, adónde se ha marchado? ¿Por qué ese niño del colegio nos pega a todos? ¿Por qué hay gente mala?...
La infancia no es ajena a todas estas cuestiones, aunque en este periodo, los interrogantes adquieren la forma de la inmediatez y de la inocencia.
Sin embargo, no por ello son menos profundos y trascendentes para aquel que se los plantea: ¿Por qué el abuelo está en el hospital? ¿Papá y mamá me siguen queriendo aunque haya nacido mi hermano? ¿Está mal mentir o desobedecer? ¿Por qué no volveré a ver a la abuela, adónde se ha marchado? ¿Por qué ese niño del colegio nos pega a todos? ¿Por qué hay gente mala?...
Para dar una solución tranquilizadora a todas
estas cuestiones, surge el pensamiento imaginativo, que se proyecta sobre el
mundo y sobre los seres y que nos sirve para dar sentido al ser y al acontecer
en su totalidad.
Dar respuesta a estas incógnitas, no
importa si más o menos acertadamente, nos permite intervenir sobre aquello que le
preocupa al niño o que no comprende y, de este modo, intentamos consolarlo de su
limitación y liberarlo del peso de un desasosiego o de un enigma mediante una
explicación plausible que puede ser asimilada por su capacidad intelectual. En otras
palabras, al integrar en el cuento los datos que le proporcionan su entorno y
su propia experiencia, estamos ordenando su mundo para que pueda comprenderlo.
En este diálogo entre el mundo y el
individuo que efectúa las preguntas, se van obteniendo respuestas que se
incorporan a la personalidad y que van moldeando la forma de entender la propia
existencia. Por tanto, el significado se va materializando en un significante.
En consecuencia, este pensamiento mágico
inicial no debería considerarse un borrador torpe y sin sentido que la ciencia
y la racionalidad se encargarán de superar, sino que debería entenderse como un
sistema articulado y lógico por sí mismo, que no se debe menospreciar porque,
sin duda, es el que permanecerá en el subconsciente del niño ya que mediante el
cuento estamos posibilitando la ordenación.
La imaginación es, en esencia, una hipótesis
de trabajo en la cual los datos son comunes y ciertos: la naturaleza, el ser
humano, el ciclo vital, las estrellas, la luna, el sol, el nacimiento, la
muerte, el amor, el mal, el porqué del dolor... pero que cada individuo interpreta
en función de su realidad y adapta a sus propias necesidades.
La estructura profunda del relato suele ser
común a lo largo del tiempo y de las culturas y, por ese motivo, reconocible. Las
fusiones pueden ser innumerables pero el significado pretérito permanece y es,
precisamente, ese significado el que debemos buscar.
En el cuento subyace un mensaje del que ya
muchas veces no somos conscientes. Algunos sufren una modificación tan acusada
que es casi imposible relacionarlos con su intención inicial a simple vista.
En sucesivos artículos, intentaremos
encontrar esta lógica primitiva de los cuentos y trataremos de entender qué
mensaje pretenden transmitir.
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