martes, 24 de marzo de 2015

Los cuentos solidarios



Autora: La maleta de Lili 

Hoy os quiero hablar de los cuentos, de esos pequeños tesoros que guardan personajes fantásticos y mundos imaginarios. Con los que los niñ@s disfrutan y con los que los adultos rescatamos nuestro niñ@ interior.

Cada vez que abrimos sus páginas nos sumergimos en aquella historia contada, dibujada e ilustrada, y nos convertimos en uno de sus personajes. Cada vez que decimos las palabras mágicas " Había una vez . . ." las miradas de los pequeños se iluminan y nuestro rostro dibuja una sonrisa.

Hay una lista grande y larga de las clases de cuentos que podemos encontrar: de tela, de cartón, ilustrados, de fiestas y tradiciones, emocionales, de valores, de pequeño y grande formato, libros-juego, etc.

Pero hoy, os quiero hablar de los cuentos solidarios. Aquellos cuentos escasos, que no suelen tener grandes ventas pero que no por ello dejan de ser grandes historias. Aquellos en los que los protagonistas existen, ¡son de verdad!, y en los cuentan una historia real.

La niña del mar, nos explica como la pequeña Label, es expulsada de su pequeño poblado por ser "diferente" y la dejan atada al mar. La luna, que le encanta su sonrisa decide ayudar a Label. Una historia que te llegará al corazón, con unas fotografías espectaculares y un final lleno de esperanza.

Ilustraciones y fotografías de Marta Catalán


La autora de este cuento y de "El nen sense nom", Ruth Mañero, es la presidenta de Ong Amic, y ha publicado hasta ahora estos dos cuentos solidarios. Todos los beneficios van al proyecto y fundación que han organizado en Guinea Bisáu.


Si alguno de estos cuentos os han llegado a vuestros corazones y los queréis tener con vosotros poneros en contacto con Ruth Mañero, que estará encantada de que sus cuentos solidarios vuelen hacia nuevos destinos.

martes, 17 de marzo de 2015

Actividades para animar a la lectura



Autor: María Sanchez

Hasta aquí todo va de fábula, nunca mejor dicho, pero que pasa si no nos sentimos inspirados a la hora de proponer actividades a nuestros hijos, bloqueamos y la creatividad se nos disipa en cómodos plazos a lo largo de la jornada.

Repasemos, tenemos claro que nuestros pequeños necesitan estimulación y más en la etapa  que nos concierne, donde absorben todo como una esponja, a veces incluso más de lo que quisiéramos. No olvidemos que a parte de aprender queremos que disfruten, no son robots y si se pretende formar a un prodigio, éste no es el libro ideal. 

Para los más pequeñines, podemos proponer lo siguiente:

- En láminas (que podemos conseguir por internet o si nos sentimos muy inspirados, los dibujaremos nosotros mismos) sobre el cuento y/o fábula que hemos visto, proponer el juego de la identificación: árbol, mickey, ratón, flor, violín, etc. Todo lo que se nos vaya ocurriendo, a medida que el peque lo vaya asimilando y aprendiendo, podemos ir poniendoselo con un grado más de dificultad y añadir, las estaciones por ejemplo que aparecían en la fábula de La hormiga y la cigarra o la primavera en Árboles y flores.

- Dichas láminas podemos darle más uso, aprovechando que estén solo dibujadas, que sean nuestros pequeños quienes las coloreen pero no nos cerremos solo en utilizar rotuladores, plastidecores, ceras o acuarelas, vayamos más allá y por qué no: arroz, garbanzos, hojas y flores,... Incluso algodón. Recuerdo  de haber hecho en mis prácticas como educadora, una actividad para la clase los patitos de 1 año, que consistía en la estimulación del sentido del tacto en el que tendrían que ir distinguiendo y familiarizándose con diferentes telas y texturas: áspero, liso, suave, arrugoso... Así también descubrían ellos y nosotras, lo que les gustaba y lo que les daba más grima. 

- Todavía le podemos dar más juego a dichas láminas, y es formar nuestra propia pantalla de cine o más bien de tele. ¿Qué necesitamos?

* Dos rollos de papel de cocina.
* Una caja de zapatos.
* Tijeras.
* Pegamento y/o celo.
* Telas o papel pinocho para las cortinas si se quiere hacer en forma de teatro.
* Ganas de pasárselo bien.

Pasos a seguir:

Primero, tenemos que hacerle un agujero a la tapa, de tamaño tan grande como la lámina, al menos que se pueda ver la historia que vamos a contar. El otro cuerpo de la caja, le haremos dos agujeros a los extremos para que encajen los rollos de cocina, procurando no llegar al límite de la caja.

A continuación, ya que tendremos las láminas listas, con ellas vamos a hacer una historia, por ejemplo la del patito feo. Entonces vamos a ir pegando por el  borde derecho la primera lámina que da comienzo a la historia con la siguiente lámina en su borde izquierdo teniendo en cuenta que las imágenes las tengamos mirando para nosotros, así sucesivamente de tal manera que se vayan uniendo entre sí. Cuando ya las tengamos, cogeremos por tanto el borde izquierdo de la primera lámina y la pegaremos al rollo de papel higiénico izquierdo, a la vez, iremos también enrollándolas hasta que lleguemos al final y no nos quede otro remedio que pegar el borde derecho de la última lámina al otro rollo de papel higiénico. Luego, tendremos que ir enrollando a la vez ambos rollos para ponerlos en el inicio para contar el cuento. Si queremos adornar la portada, podemos utilizar telas para hacer cortinas o papel de pinocho, podemos pegar botones, o lo que se nos ocurra. También si se quiere, se puede decorar la caja a gusto con pegatinas, pero habría que ponerse a hacerlo primero sin descuidar los agujeros que se tienen que hacer a priori. ¡Et voilá!

Nota: lo podemos hacer más simple o complicado, según nosotros lo veamos, no obstante, esta actividad va más acorde con niños de cinco y seis años.

- Otra idea para hacer dicho cuento de manera más sencilla e igual de divertida es de la siguiente manera: Representación de Árboles y flores. 


¡Queremos más ideas! 

Los disfraces dan mucho juego, podemos representar una sencilla obra grabándonos y todo, con un guión simple pero que se capte la idea o de forma mímica, imitando sonidos y que los demás participantes (familiares y amigos) adivinen de que cuento se trata.

No olvidemos algunos errores y riesgos de la animación a la lectura y/o el acercamiento al cine infantil:

  • Confundir la animación con actividades en torno al libro.
  • Utilizar fragmentos de obras para realizar las animaciones.
  • Transformar la animación en una obligación.
  • Pedir a los niños que realicen un trabajo sobre ese libro. Si no les apetece, no se hace.
  • Que la animación se convierta en agitación.
  • Obligar a los niños a participar en la animación. La animación debe ser voluntaria.
  • Elegir los cuentos en función sólo de nuestros gustos o desde el punto de vista estético o literario. El libro debe elegirse en función de los intereses y el gusto del niño. No impongamos nuestra visión de adulto, a veces es necesario utilizar las gafas de nuestro niño/a interior, para mirar con mejor perspectiva y juntos.

Fuente: 

martes, 10 de marzo de 2015

La aventura de la lectura; un viaje a nuestro yo



Autor: Martes de cuento
Twitter: @MartesdeCuento


Pues sí, porque aunque nos suene a típico tópico, aventurarse en el interior de un libro es el inicio de un periplo que nos conduce a explorar lugares insospechados de nuestra mente y de nuestra personalidad. Lugares que sin la lectura jamás serían descubiertos y estarían condenados a permanecer ignotos para siempre. 

Porque al leer, nuestra capacidad de pensar se pone en marcha, lo que propicia la reflexión que, a su vez, afina el espíritu crítico. Y todo ello, no es otra cosa que un viaje a nuestro interior en busca de las piezas necesarias para construir ideas propias. Tomando prestada la frase de Derrida, (http://es.wikipedia.org/wiki/Jacques_Derrida) “Cada libro es una pedagogía destinada a formar a su lector.

Gracias a los personajes y a las situaciones con las que se enfrentan, experimentamos la alteridad. Cuando nos sumergimos en las historias, asumimos vivencias ajenas, descubrimos sentimientos, situaciones extremas, se nos plantean dilemas… Y al aprobar o rechazar las decisiones de los personajes, sus actos, sus pensamientos…, nos estamos construyendo nosotros al mismo tiempo. Cimentamos una moral que va modelando nuestra forma de ser, nuestras ideas y el modo de entender la vida y de enfrentarnos al mundo. Y esto es válido para el lector de cualquier edad.

Sin embargo, hay adultos que consideran que a los niños solo se les debe procurar lectura en positivo. Es decir, mostrar el lado amable de las cosas y una realidad perfecta que, de hecho, sabemos que es útopica.
Y lo que ocurre, es que al proporcionarles solo contenidos “políticamente correctos”, se los está preparando para un mundo plano y de una sola cara. Un mundo ideal concebido por el deseo de los adultos, aun a sabiendas de que en la vida real no siempre será así.

Al edulcorar las situaciones, censurarlas o reconducirlas hacia un significado concreto, lo que se hace es privar al niño de los elementos necesarios para descubrirse y construirse. La literatura pierde uno de sus sentidos primarios cuando es tendenciosa y ofrece exclusivamente aquello que alguien considera adecuado y que habitualmente está orientado a fabricar “adultos de laboratorio ideológicamente uniformes”.

Los niños, nos guste a nosotros o no, necesitan cuentos de malos muy malos, y de buenos muy buenos. Cuentos de princesas y príncipes, de brujas y de magos. De tontos y de listos. Cuentos de madrastras malvadas y padres desaprensivos que abandonan a sus hijos. De lobos que acechan y de viles que se salen con la suya. De niños que trabajan y de niños que mueren. Cuentos románticos y cuentos de aventuras. Alegres y tristes... Porque no todos somos iguales, y no queremos ni necesitamos las mismas cosas.
La lectura ayuda a que ellos, ante los diversos modelos humanos, se posicionen, saquen sus propias conclusiones y se construyan.

En definitiva, leer debería servir para ir buscando en uno mismo las herramientas adecuadas para afrontar sabiamente las situaciones reales de la vida.

Fuente: